lunes, 30 de agosto de 2010

19 SEMANAS. 45 GRADOS Y CON ANGINAS…

gripeSábado por la tarde en el camping. Malestar general. Estoy incubando algo. Hace muchísima calor y siento flojera.
Estoy peor que “Hello Kitty” después de una patada giratoria de “Chuck Norris”.

Domingo
por la mañana. “gNo buedo rhespirah. Thengho buchos bocos”. Estornudos, nariz tapada, ojos llorosos y un creciente dolor de garganta.
Además, entra una avispa en la caravana por los conductos de ventilación y me pica 2 veces en el pecho. Llevo todo el mes de agosto saliendo a picada por semana.
Soy extremadamente alérgico… me puede ir la vida en ello… Debo llevar siempre encima una inyección de adrenalina que me permitiría llegar con vida a un hospital en caso de reacción alérgica extrema o shock anafiláctico, que ya he sufrido una vez.
Morir por la picadura de un insecto… que manera más estúpida de morir y sin embargo mueren miles de personas a diario por ese motivo. Dengue, paludismo, enfermedad del sueño, malaria, fiebre del Nilo occidental, parásitos, envenenamiento, reacciones alérgicas graves…
mosquito tigreMe inflé a antihistamínicos. No pasó de una celulitis localizada (inflamación de las células) y un ardor-dolor a sumar al malestar que ya arrastraba.
Si desparecieran del planeta las avispas y los mosquitos, no habría ni un solo humano que se quejara. Ni los de Greenpeace. ¿Para que mierda sirven esos bichos? (me refiero a los insectos, no a los de Greenpeace)

Madrugada del Domingo al Lunes. Fiebre, nariz taponada, terrible dolor de oídos, mandíbulas y garganta. Dolor de huesos y debilidad. Y más calor nocturno… insoportable.

Lunes. Empieza la semana de temperaturas más altas de todo el verano. Rondamos los 38-40 grados y una altísima humedad. La sensación térmica es de 44-46 grados.  Como en el Caribe, pero en medio del estrés y las prisas de Barcelona…
Me quedo en cama agotado, sin comer apenas nada. Casi no bebo por que no puedo ni tragar.
Cuando llega mi mujer a las 3 de la tarde y me ve en aquel estado, me acompaña a urgencias, casi a bastonazos.
Unas anginas de caballo, con infección que llega a las trompas de falopio eustaquio. El doctor “Gregory House” de turno, un pelín borde por tener que trabajar en agosto, me recomienda una semanita de descanso y drogarme a base de antibióticos para matar al “bicho” y ayudar con la inflamación de las picaduras de avispa, aún muy dolorosas.

El martes
ya voy a trabajar, haciendo caso (omiso) del doctor. El trabajo está tan mal que más vale hacer de tripas corazón y apechugar con la enfermedad, mientras sea tan poco grave como un fuertísimo catarro.

El resto de la semana, con temperaturas que rondaban los 45 grados en la nave industrial donde trabajo, fiebre, flojera, dolor de oídos, mocos, nariz dolorida de tanto sonarme… y sin poder dormir por la noche por el calor.

Hoy, una semana después, salvo la normalidad en lo que se refiere a las picaduras de la puta graciosa avispa, sigo casi igual. Nariz tapada, estornudos, mocos…
Me fastidia mucho caer enfermo estos días, entre otras cosas porque no he tenido más remedio que romper la rutina de salir en bicicleta por las tardes. Una semana sin darle caña.
Suerte que con la diarrea y la deshidratación he seguido perdiendo algo de peso… <modo irónico OFF>
Tampoco me he atrevido a besuquear a mi nuevo sobrinito Xavi, de apenas 3 semanas, por miedo a pegarle el virus. Me he quedado con las ganas.

Espero que no sea la tónica de este invierno y que la debilidad física por la pérdida masiva de peso me haga caer enfermo más a menudo que antes de operarme.
Antes no solía enfermar demasiado de gripe o catarros. Tan solo después de pasar unos días de mucho estrés, como la semana pasada, y cuando llegaba la relajación del fin de semana, caía enfermo. Ya me había ocurrido antes, pero siempre en invierno.

Lo mejor, es que pese a las altísimas temperaturas vividas la pasada semana, apenas he sudado. Soporto perfectamente el calor. Antes, sencillamente dormía en un charco de sudor todo el verano. Sudaba al comer, al andar, al rascarme, al dormir, viendo la tele y hasta cagando.
Solo deseaba que el verano acabase lo más rápidamente posible, pues mi cuerpo era una auténtica estufa. Disponía de una confortable capa de grasa para pasar los más duros inviernos cómodamente. Capa que he perdido en gran parte. Eso solo puede significar que este invierno pasaré frio de verdad. Por fin.

avispaP.D.: Me regocijé con el sufrimiento de la avispa mientras moría lentamente partida en tres trozos…
Yo lo pasé mal con su veneno en el cuerpo.
Ella… no pasó de esa tarde.
Soy cruel.
Pero ella (o él, vete tú a saber) fue demasiado agresiva.
A partir de hoy llamarme “El Vengador Justiciero” , como Charles Bronson, el tío del bigote, que decía mi abuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario