4 MESES DE MI BYPASS GÁSTRICO. 35 KILOS MENOS

Ya hace 4 meses de mi intervención. Cuatro meses desde que entré al quirófano, después de haberme despedido de amigos y familiares, acojonado como nunca antes. Hace cuatro meses que tomé la decisión más difícil que he tenido que tomar.
¿Me jugaba la vida en una mesa de operaciones?
¿o la dejaba escapar poco a poco, sin poder disfrutarla, perdiendo en calidad día a día, dejando de hacer cosas, luchando contra un cuerpo que empezaba a convertirse en una prisión, lleno de estigmas, dolores y limitaciones?
Aposté (con casi todos los ases en la mano, que uno no es idiota del todo)
Y aunque aún no ha llegado el final de la partida, de momento voy ganando. Y mucho.

Ciertamente es muy poco tiempo. Aún no tengo una clara perspectiva de todo lo que ha cambiado desde entonces.
Estoy demasiado cerca del punto de inicio.
Pero el cambio es tan radical que me está costando asimilarlo, tanto física como psicológicamente.

A día de hoy y tras haber dejado ya casi 35 kilos, me siento bastante bien. Quizás un pelín falto de fuerza física por poner una pega.
Siempre había pensado que al perder tanto peso me sentiría muchísimo más ágil y fuerte. Pero creo que es como descargar una pesada carga que llevas toda una mañana a la espalda. Aunque la sueltes y te sientas aliviado, el cansancio por el sobre-esfuerzo realizado te pasa factura.
Te sientes más ligero y realmente lo eres, pero el cuerpo castigado necesitará su tiempo para recuperarse. Tiempo…

Psicológicamente… voy a días. Siempre he sido bastante fuerte e independiente. Pero ahora necesito más que nunca el apoyo de los míos.
De la familia y los amigos.
Por suerte, los tengo ahí.
Sencillamente tengo días “blanditos” por llamarlos de alguna manera. Y otros de gran estrés, de una necesidad imperiosa de explotar, de desahogo.

Descartar para siempre el “rol” que habías desempeñado para los demás, de forma natural y casi obligatoria, es lo más difícil. Siempre había sido el Obelix de ‘Asterix y Obelix’, el Oliver Hardy del gordo y el flaco, el Manolo de ‘Manos a la obra’, el M.A. Barracus del ‘Equipo “A”’, el Homer Simpson de los Simpsons…

Y lo mejor es que me gustaba. El gordito gracioso, buena persona, hábil, forzudo, voluntarioso y currante…. Bueno. Homer no, que no bebo cerveza…

De momento no tengo problemas para seguir asumiendo ese rol (aún queda cuerpo de sobras), salvo a la hora de comer. Ya no soy el tipo de los 3 platos, ni la aspiradora de lo que sobra, ni el tragón come-flanes record-man mundial (38 en menos de 1 minuto)
Eso acabó y no se si sabré suplirlo con nuevas monerías o me convertiré en un “talibán” de la comida y de los que hacen lo que yo hacía como gracieta para mantener mi “rol” bien arriba.
Tampoco sé si será necesario suplir algo así.

Dudas… al perder todo lo que he sido durante mi vida.

Todas las máquinas reparadas necesitan un tiempo de reajuste. Y jamás una máquina reparada funciona tan bien como una bien cuidada y con poco uso. Pero tener que esperar tanto para ver el final de la película, desespera.

Tengo que empezar a entender éste importante paso en mi vida como si de un viaje en moto se tratara, más que un viaje en avión. En avión vas de un punto ‘A’ a un punto ‘B’ lo más rápida y limpiamente posible (si no hay huelgas) .
Con la moto, también vas de ‘A’ a ‘B’, pero lo haces disfrutando metro a metro del camino, de las curvas y baches, de las inclemencias del tiempo, de las averías, de la suciedad del asfalto y de las caídas tontas.

Seguramente, aquí también es más importante el esfuerzo y el camino para llegar a un fin, que el fin en sí mismo. Aunque el fin sea salvaguardar la propia vida.