martes, 8 de junio de 2010

7ª SEMANA. ESTO ES UNA CARRERA DE FONDO.

Desde el momento de mi intervención, los cambios y logros se han ido sucediendo de una manera continua, constante. Cada día lograba algo importante. Cada semana, una nueva conquista.
Hace un par de semanas que tengo la sensación de no conseguir nuevos logros importantes, aunque evoluciono según lo que es normal en esta cirugía.
Eso solo significa una cosa. Estoy llegando a la normalidad.
¡Bien!!

La gente que hace algún  tiempo que no me ve, sí que aprecia un cambio bastante grande (21 kilos menos son muchos kilos), pero esto es muy lento y llevo muy poco tiempo. 
Al menos, ya vuelvo a tener cuello… 

EVOLUTION1
Por un compromiso familiar, debí vestirme un poco ‘decentemente’ para visitar a unos amigos, y rebuscando en el armario encontré unos elegantes pantalones que tenía sin estrenar, probablemente procedentes de algún regalo de mi madre, que siempre me vio con demasiados buenos ojos y más ‘delgadito’ de lo que era en realidad.

Al mirarlos, directamente los descarté por parecerme demasiado pequeños. La costumbre. Por eso seguían sin estrenar.

Pero ante la insistencia de mi mujer, me los probé, no sin maldecir bajito y a regañadientes, sabiendo de antemano que no me iban a quedar bien. Ya os dije que en mi caso, la vanidad o la moda era lo último que me movía.
Pues con cinturón, porque sino se me caían…
Alucinante…
Si me descuido se quedan sin estrenar, por ser demasiado grandes.
De una 58-60 a una 48-50… (talla española)
Como me veo cada día, no me lo noto, pero esto va viento en popa.
He perdido la noción de mi actual medida.
Y lo que más me jode es tener que probarme ropa para ver que descarto definitivamente y que pasa a primera línea de mi colgador…
A mi mujer sí le gusta todo este tema. En fin…

Por otra parte, creo que mi báscula se ha roto. Lleva toda la semana marcando que peso entre 124,400 y 124,800. Y al día siguiente vuelve a marcar 125… Estoy en una fase de pequeño estancamiento.
Al parecer también es normal, dado que el esfuerzo físico ha sido mayor que en las semanas anteriores, aunque sin conseguir quemar calorías de verdad (ni sudar) por la gran debilidad que siento debido a mi ya vieja conocida astenia primaveral unida a la debilidad de no comer lo que tenía como habitual, y supongo que debo haber subido algo de masa muscular.  Sin la sofisticada báscula de mi cirujano, es imposible saberlo. Tengo que esperar un mes hasta la visita...

La ligerísima caída de cabello que experimenté ha cesado. Bien por mis pocos pelos.

La comida… Mi relación con la comida ha cambiado. No se si definitivamente, pero sí de manera notoria. Me explico.
Me pongo delante del plato y es como ver una serpiente ‘cobra’ mirándome a los ojos, retándome, diciéndome que lo más seguro es que me morderá…

Momento escatológico. Advierto…
Nunca he vomitado de niño. Y hacía más de 28 años que no vomitaba (mi única vez, bendita adolescencia y maldito alcohol) 
El jueves, volví a sentir esa desagradable sensación, al probar un trocito de pollo en salsa muy tierno y quedarse atrancado, pese a ser tragado lentamente, en minúsculas cantidades y hecho totalmente papilla. Mastico ya por costumbre más de 40-50 veces cada bocado, ¡y hasta los zumos!
Fue como un martillazo en el estómago. Una sensación de ahogo y de ganas de sacar las entrañas por la boca. Pensaba que me agujereaba por dentro… Pasé los 10 peores minutos de todo mi proceso de recuperación, hemorroides incluida (ver tercera semana).
Unos segundos después de arrojar el poco contenido en tres arcadas, recobré la paz.
Es increíble, porque ya había comido pollo y no me había hecho daño.
Ya no cené.
Alguna lagrimilla de rabia e impotencia por no poder o saber controlar el tema…

El desayuno siguiente fue muy ligth. Apenas un yogurt.
Para comer, una sopita de fideos finos con un huevo duro. Me sentó estupendamente.

Por la noche, pollo. Otro guiso, con otra receta. Y la misma sensación de enganchón desde el primer bocado.
Miedo…
Acabé cenando un trozo de melón fresquito y muy maduro.
Fuera el pollo durante una buena temporada.

Desde entonces, no se si por mi prudencia, por miedo o que, pero he probado muchísimas cosas nuevas, incluida la comida china (una sopita y poco más) y de momento, el organismo tolera muy bien todos los nuevos alimentos.

Después de hablar con varias personas que pasaron por lo mismo, me han dicho que me envidian, pues mi caso es infinitamente mejor que el suyo. Mejor respuesta a la cirugía, mejor recuperación, menos problemas postoperatorios, mejor adaptación a sólidos en la dieta, etc…

Aunque, para que os voy a engañar, pienso que a cada uno le duele más lo suyo que lo de los demás y se suele exagerar… No es para tanto.

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