domingo, 25 de abril de 2010

¡Ya hace una semana!!

Hace ya casi una semana de mi intervención. Me encuentro bastante débil aunque perfectamente. Siento más molestias que dolor, aunque dolor tuve, y bastante.
No ha habido ni una sola complicación y cada día he conseguido mejorar en algún aspecto. Conseguir una nueva meta. Os lo explico más detalladamente…

LUNES 19 de Abril de 2010

Duermo 5 horitas. Es mucho, teniendo en cuenta los nervios que llevo encima.
Voy a hacerme una cirugía bastante agresiva y que va a cambiar mi vida para siempre.
Tengo que estar en la entrada del hospital a las 9 de la mañana, en ayunas total desde 12 horas antes.
Yo mismo conduzco el coche de mi mujer.
A esas horas, Barcelona es una locura de padres y madres con coches gigantescos que llevan a sus hijos a las escuelas de la parte alta.
Aún hay gente con dinero… con mucho dinero.
Y no es que respeten demasiado. Meten el morro en el carril que quieren coger y ya frenarán los demás.
Alguna bronca, alguna cerrada, algún frenazo… Me hacen la llegada a la clínica Teknon lo suficientemente “divertida” como para no añadir más tensión a mi estado de ánimo.

Por cierto.
La última cerrada me acojonó.
Un tipo con un gigantesco todo terreno negro pretendía subir por encima del peugeot 206 de mi mujer y girar desde el 2º carril directamente a la calle de mi derecha, sin contar que yo estaba en el primer carril, en medio de la trayectoria.
No me arredré.
Usé bocina, acelerador y voz, todo junto.
Y no me dio la gana dejarlo pasar. A este ya no…
Él, en primer lugar, debía señalizar la maniobra con tiempo suficiente. 
En segundo comprobar que tenía espacio y que los vehículos lo dejaban entrar y en tercero, llevar la velocidad justa para entrar sin molestar a nadie.
Pero no.
Prepotente, daba volantazos y me echaba encima el monstruoso vehículo para acojonarme.
El idiota frenó al fin, derrotado por una mierda de utilitario, y entró detrás de mi en la calle de la clínica. 
Entro en el parking del hospital. 
El tipo detrás.
¿Este quiere pelea? No me lo puedo creer…
Saco el ticket y busco un aparcamiento que quede cerca de la entrada. Cuando voy a salir, el tipo aparece y aparca al lado, 5 coches más adelante…
Mierda que no me opero… ¡Que me busca…!!
Lo dejo pasar por delante y lo miro lo más feo posible mientras sacamos el equipaje.
El tipo mira, pero se hace el loco.
Unos minutos más tarde, me lo encuentro saliendo del ascensor con una bata blanca y un fonendoscopio en el cuello…
¡JODER!!! ¡Que no sea del equipo que me tiene que operar!!!

En la oficina de admisiones me espera Ana, una de las chicas que se encarga de la consulta que dirige el doctor Carlos Ballesta. Después de dejar los datos y el pago inicial, me colocan una pulserita y un “botones” como los de los hoteles nos acompaña a la habitación. Grande, limpia y preparada para poder compartirla al 100% con un acompañante.
Casi unas vacaciones…
Con la habitación entra internet de alta velocidad, un vale indefinido de parking, comidas para el acompañante, servicio de habitaciones (vienen a hacer la cama del acompañante cada día), una habitación VIP con barra libre para los visitantes, con pastitas, bebidas, ordenadores con internet, etc… Un lujazo que no he vivido en mi vida. Y la gente que se ocupa de los servicios, un encanto.

Me toca desnudarme, ponerme unos calzoncillos de rejilla que no tapan ni sujetan nada… Como para una fiesta loca, vamos… Y una bata azul de las que se ponen por delante y te dejan la retaguardia al aire libre.
Los nervios empiezan a aflorar seriamente. Me tumbo en la cama que será también mi transporte hasta el quirófano. Sobre las 10 de la mañana, un celador me viene a buscar.  Con ganas de salir corriendo y un nudo en el estómago, me despido de mi mujer, mi madre y mi hermano Xavi…
El camino hasta el quirófano, desde este nuevo punto de vista, estirado en una camilla, es un pelín angustiante. Las luces del techo pasan intermitentemente y mi destino se acerca.
Recuerdo mientras ruedo por los pasillos a mi amada hija Ainoa con sus problemillas de pubertad. A mi enano Alex, el trasto, jugando y corriendo siempre feliz. A mi padre, un pelín angustiado, en vuelo hacia España desde Ecuador (por suerte sin demasiados problemas por la explosión del volcán Islandés que tiene bloqueada a media Europa con sus gases tóxicos)
A mis buenos amigos, familiares y a los compañeros de trabajo.
Algún enemigo también acude a mi memoria…
Es increíble lo que llegamos a pensar en situaciones de estrés…

Me aparcan en un box y una enfermera de quirófano viene a colocarme la vía. Es lo único que me harán mientras esté despierto. Me inyectan un sedante para tranquilizarme. Mientras espero, otros pacientes entran y salen de los quirófanos. Un par de chicas se someten a una operación de aumento de mamas. Otro hombre, de algún tipo de cáncer…

Soy el segundo en ser operado por el cirujano Carlos Ballesta y su pedazo de equipo, y la operación anterior parece que se alarga bastante. Estoy acojonado pero medio drogado y entro en ese estado de duermevela, con ganas de que pase algo por fin.
Mis familiares, arriba, sufren al llegar la hora en que debía haber estado fuera, sin saber que aún no había entrado…

Por fin vienen a verme. El equipo médico me acompaña hasta quirófano. Antes apenas que pueda hablar, una sensación de mareo me invade. Segundos más tarde, despierto con todo hecho. Ha pasado 1:30 horas. No me he enterado de nada y no puedo apenas hablar. La sensación es horrible. Boca seca, lleno de tubos, mareo… Es lo que tiene la anestesia…
Me sacan de nuevo a los boxes.
2 horitas más tarde, que paso durmiendo plácidamente, me suben a la habitación, donde encuentro a mi familia, un poco desesperada, que me abraza y besa… La mejor sensación del mundo.

Todo ha ido perfecto. Queda el postoperatorio, algo durillo… pero eso en el próximo post.

3 comentarios:

  1. menosmal que el del coche no era del equipo de anestesia como dices ehh jejeje bueno ahora con paciencia a recuperarse del todo y menos consola y mas ordenata jejeje

    susu

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  2. hoy hace exactamente una semana de mi operación y estoy perfectamente , la verdad es que nunca pensé encontrarme tan bien . Ayer me sacaron el ultimo drenaje y ha sido la primera noche que he podido dormir de lado . El dr Ballesta y su equipo así como todo el personal que te rodea a nivel hospitalario son increibles y hace que te sientas seguro y protegido en todo momento .

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  3. Yo desde luego solo tengo agradecimientos por el trato, la confianza que emanan, la profesionalidad mostrada en todo momento.

    Y sobre todo por el cariño que he recibido desde el primer día y durante todo el seguimiento. Un 10 (!si no un 11!!)

    El Doctor Ballesta y todo su equipo...
    !Gracias otra vez, de todo corazón!!!

    Ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida. Y ellos se han encargado de que no sea ni traumática, ni dolorosa (como yo esperaba, y es que iba con ideas prefijadas, totalmente erroneas)

    Me han debuelto las ganas de vivir, de hacer cosas nuevas, de ser una persona normal, con todo lo que ello conlleba.

    Hoy, a solo 5 meses desde mi operación, me siento bien, he dejado atrás cientos de pequeños sintomas que me hacían sentir enfermo. No ronco, no sudo, no tengo hipertensión, no tengo reflujos gástricos, duermo toda la noche sin tener que levantarme 20 veces al labavo... No estoy agotado todo el día. No pienso en la comida constantemente, puedo volver a hacer deporte. ¡Corro de nuevo!!! y no me duelen las rodillas ni los tobillos... Si no es lo más parecido a un milagro...

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