QUE DURAS SON LAS VACACIONES…

Después de 2 semanas de vacaciones, puedo aseguraros que es el periodo durísimo para el operado de bypass gástrico. En casa es relativamente fácil controlar las cantidades y variedades de alimentos ingeridos.
Pero en un carísimo bufete libre, en un hotel de la costa brava, con un catering delicioso y pensión completa, lo difícil es saber contenerse. Ante la masiva cantidad de alimentos presentados, de aromas y gustos impresionantes, es muy sencillo caer en el abuso.

Durante la cena del primer día, pequé con una salsita de yogurt dulce para la carne. Demasiado dulce.
No llegué a experimentar un “dumping”, pero me sentó fatal. Me arruinó la noche.

El segundo problema, con un trozo de pollo empanado que se atrancó 20 minutos antes de empezar el partido de la final España-Holanda (¡España!!! ¡España!!!) y que por suerte pude vomitar (la tercera vez en mi vida que lo hago) justo antes del silbato inicial.
Frenazo a la gula.

Desde esa cena, justo antes de servirme los platos, he aprendido a pensar con la cabeza fría, con sentido. Sin llenar platos y platos de delicias. Solo pensar en nutrirse.
Hasta mis hijos han sacado mas jugo a la pensión completa, pero mi físico lo va agradeciendo.

Más difícil cuando comes fuera, en el chiringuito de playa, debiendo pedir algún plato combinado o menú de varios platos. Dificilísimo escoger algo barato  y que sea fácil de digerir. Sencillamente aprovecho para picotear algo de los platos de mi familia. Sale algo más barato que pedir un plato en exclusiva para mi. Como tampoco tengo hambre… Pero es un pelín bochornoso.

De todas maneras, no creo haber conseguido bajar de peso. No lo puedo saber. Ni quiero de momento. Me da miedo.
Quizás incluso he subido algo. Pero son vacaciones. Una vez al año durante 20 días.

Larguísimas caminatas de horas paseando entre chiringuitos y comercios de playa.
Largas travesías nadando.
Horas y horas de buceo en una de las costas más maravillosas de España.
Excursiones de varias horas remando en mi nuevo kayak hinchable compartiendo con los enanos… Consigo agotar a mis hijos, esposa y amigos a los que he convertido prácticamente en ancianitos.
Vuelvo a tener musculatura en mis piernas, que aguantan bastante bien las pasadas que les meto, aunque las rodillas aún se resienten.

Por fin dejé atrás la maldita astenia primaveral y me siento cargado de fuerza y energía, con ganas de todo. Está claro que lo que cansa es trabajar…

Este mismo lunes hará tres meses desde mi intervención. Pasaré a recoger los resultados de mi último análisis de sangre, para ver que tal anda todo por dentro y la evolución desde la operación. Ya os contaré.