Si antes ya me parecían unas fiestas tristes y difíciles, ahora encima me dan miedo.
Empezamos por la comida de navidad de la empresa donde trabajo.
Este año, por los graves problemas económicos por los que pasa mi empresa, no se iba a celebrar ningún gasto extra. Ni lote de navidad, ni comida de empresa… y la paga extra, por los pelos.
Pero a última hora, los trabajadores/as nos juntamos y decidimos que esa comida es el único momento del año en que podemos disfrutar los unos de los otros sin la tensión ni los roces normales en el ambiente de trabajo, este año muchísimo más estresante que otros años por la situación.
Si teníamos que pagarla de nuestro bolsillo, pues se pagaría y se acabó.
A última hora, el jefe, con un esfuerzo que le agradecemos, decidió que pagaría como siempre… Así que casi sin tiempo, buscó un restaurante tranquilito y fuimos a comer el mismo día de noche buena.
Primer problema:
En el mismo día, comida de empresa y 3 o 4 horitas más tarde, cena en casa de los suegros… Mientras mis compañeros se apretaban unos entrantes de lujo, yo apenas probé algo. Después, ellos/as se zamparon unos estupendos entrecots de 750gr, mientras yo solo podía acabarme la mitad de un filetillo con salsa de los dos que me trajeron como trato especial.
Personalmente quedé satisfecho.
Ni lleno ni hambriento, pero me resultó bastante incómodo ver como todos me miraban y me interrogaban por escuálida dieta.
Después, en la cena de nochebuena, mis suegros, como siempre, se dejaron la vida por ofrecernos una gran cena, todos juntos. Mil delicias en forma de entrantes y pollo en salsa que me siempre me ha vuelto loco.
El pollo no llegó ni a la mesa, pues quedamos todos tan satisfechos con el entrante que no pudieron con el plato principal. Piqué un poquito de aquí, un poquito de allí, en muy pocas cantidades y con muuuuuucha calma. Apenas se dieron cuenta de si comía o no, con lo que para mí fue una situación menos incómoda que en la comida. Aquí si pude disfrutar de mi familia.
Aún así, por la noche, en la cama, fui a dormir algo pesado y nervioso, pues en apenas 5 horitas, debía estar de pie y recorrer media España para ir a la comida de navidad en Madrid, en casa de mis tíos y primos.
Desayuno frugal, un yogurt con un trocito de pan, mis vitaminas y en marcha. Algo de zumo por el camino y un pequeño bocadillito. Lo de cada día, pero conduciendo.
Seis horas después, a las 12 del mediodía, aparcaba para ser recibido con otro festín preparado con todo el amor del mundo. Nervios, algo de cansancio y la emoción de reencontrar a familiares, hicieron mella en mi estómago. Cuatro cositas y se me cerró el estómago, como alguna otra vez. Un nuevo mal rato en el lavabo, vomitando lo poquito ingerido y con toda la familia pendiente.
Una manzanilla más tarde recuperé mi ser y pude al fin disfrutar de una sobremesa de abstinencia alimentaria y risas y chistes compartidos en familia.
Lo mejor, el día siguiente. Nos fuimos al centro de Madrid a pasear por la plaza del sol, viendo el colosal árbol de navidad allí colocado y los preparativos para las 12 campanadas, el gentío disfrutando del espíritu navideño, con sus típicas pelucas navideñas y los que se buscan ganar unos durillos disfrazados de personajes famosos (bob esponja, darth Vader, mikie y minnie mouse, estatuas de bronce…) Los niños se lo pasaron genial. ¡Y yo más!!!
Dejémonos de tonterías politiqueras…¡ soy catalán y del Barça, pero me encanta la ciudad de Madrid y su gente abierta, divertida y juerguista!!
Y de remate, algo que me hacía mucha ilusión desde que acabé la mili en Colmenar Viejo…
¡el BOCADILLO DE CALAMARES!!!
Solo pude con un trozo, pero !como lo disfruté!! Es algo que aconsejo a todo el que pase por el centro.
Las comidas siguientes, muy suaves para mi y animaladas para los demás. Es increíble las cantidades que solemos ingerir sin darnos cuenta. Ahora si me doy cuenta… Más vale tarde que nunca.
Por cierto… apenas he perdido peso (un kilo y muy poquito) en todo este mes de ausencia del blog (aún ando por encima de los 100 kg) pero me encuentro genial. Corro sin problemas, no me duelen las piernas y puedo seguir el ritmo agotador de los niños sin que me tumben como al resto de adultos!!
Me compré pantalones , camisas, camisetas, algún jersey… y los pantalones me van grandes ya, en tan solo 2 semanas, pese a no perder apenas nada de peso.
Por último, el pelo no se me recupera. Me estoy quedando como una bola de billar, con el frio que hace… Le daremos tiempo o me voy a ahorrar un pastón en peluquerías.
Después del tostón, solo me queda desearos:
!FELIZ AÑO NUEVO!!
Que vuestros sueños se cumplan este año nuevo que entra.
